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¿Qué hay detrás de las denuncias contra ENDESA? El lado oscuro de ENDESA en el futuro eléctrico español
Si alguna vez te has preguntado por el verdadero rostro de ENDESA, prepárate, porque aquí nada es tan transparente como una factura de la luz. Navegar el universo de las grandes eléctricas es lanzarse a una odisea moderna, donde el minotauro ya no guarda el laberinto, sino la centralita de atención al cliente. Así empieza la leyenda, y sí, aquí la palabra clave es ENDESA. Y si piensas que todo esto son quejas aisladas, espera a conocer los detalles de una historia que supera cualquier manual de paciencia.
No exagero si digo que hay algo de tragicómico en este asunto. Es como aquel viejo chiste de “entra un cliente a una oficina de Endesa y… nunca más se supo de él”. ENDESA, ese coloso con pies de papel, ha sabido ganarse un puesto en el podio de los grandes relatos de terror doméstico. Solo que aquí, los sustos vienen en forma de facturas, llamadas insistentes y respuestas automáticas que harían palidecer de envidia a la mismísima Inteligencia Artificial.
Fantasmas en la factura, promesas al viento
El mito de la facturación fantasma es ya materia de foros y sobremesas indignadas. Hace tiempo, escuché la historia de un agricultor —de esos que solo quieren regar sus campos y pagar por el agua y la luz que usan, no por todo el Nilo—. Él, como tantos otros, pasó dos años sin recibir ni rastro de factura, como si la energía consumida se evaporara en el éter administrativo. Y de pronto, el tsunami: todas las facturas juntas, como si el mismísimo Cronos hubiera decidido que era el momento de ajustar cuentas, con más de cuatro mil euros en una sola embestida (fuente).
La historia se repite en bucle. Dieciséis meses sin recibir una sola factura y, de repente, ¡zas!, el golpe en el banco. La respuesta de ENDESA es tan habitual que casi suena a frase hecha: “incidencias técnicas”. Como si el sistema tuviese alergia al botón de imprimir facturas a tiempo. Qué ironía: una de las empresas más grandes del país tropezando siempre con la misma piedra, mientras la cuenta corriente del usuario baila una jota de terror.
Pero aquí viene el primer “pero también”: la demora nunca llega sola. El cliente, por supuesto, se enfrenta a intereses, amenazas de corte y una sensación de orfandad legal digna de los viejos westerns, solo que ahora el sheriff es la CNMC y dispara multas, no balas.
El ejército invisible de los números spam
Si alguna vez has sentido esa vibración extraña en el móvil, esa llamada a horas absurdas con prefijos sospechosos, seguro que el espectro de ENDESA estaba al otro lado del hilo. Porque si hay algo que los usuarios no olvidan, es el asedio telefónico. Y no hablo de la llamada ocasional para ofrecerte un descuento. No, esto va más allá: hablamos de un asalto sistemático, de números que brotan en tu agenda como hongos tras la lluvia, y de un ejército de teleoperadores que, en ocasiones, ni siquiera son realmente de la compañía (fuente).
La Ley Robinson —qué nombre tan evocador para una norma que debería protegerte en tu isla privada del spam— parece letra muerta frente a la realidad. ENDESA y sus aliados telefónicos la sortean como quien juega al escondite: «¿Me permite un minuto? Soy de ENDESA…» Y detrás, la amenaza sutil, el miedo a quedarte sin luz, la presión para que firmes un contrato que ni recuerdas haber pedido (fuente).
“Te llaman, te insisten, y te presionan como si tu tranquilidad fuera un lujo prescindible.”
Una vez, un conocido me confesó que cambió de número solo para escapar del acoso comercial. Y no, no funcionó: el spam le siguió como una sombra fiel.
Atención al cliente, esa criatura mítica
Si esperas que la atención al cliente de ENDESA sea el oasis en medio del desierto, permíteme que te devuelva a la realidad. Lo más probable es que encuentres un muro de respuestas automáticas, fórmulas calcadas una y otra vez, y una paciencia puesta a prueba con cada “te agradecemos que contactes con nosotros, seguimos trabajando en ello” (fuente). Qué forma más poética de decir “no tenemos ni idea, pero seguimos aquí”.
En el salón de la OCU, la lista de reclamaciones se estira como una cinta de correr averiada: más de mil cien casos solo en la rama de distribución eléctrica (fuente). Dicen que el 86% de las quejas se cierran. ¿Y el otro catorce? Tal vez duermen el sueño de los justos en alguna base de datos olvidada.
He llegado a pensar que algunas respuestas automáticas tienen alma. Porque siempre aciertan a aparecer en el peor momento y, como el Guadiana, desaparecen cuando más las necesitas. Como si la atención real fuese un unicornio: todos hablan de ella, nadie la ha visto nunca.
La CNMC saca la lupa y la billetera
Aquí es donde el guion da un giro. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), a menudo tan invisible como los contratos de permanencia, ha empezado a dejar su huella en el balance de ENDESA. Sanciones de cientos de miles de euros caen sobre la compañía como si fueran lluvia ácida.
No hablo solo de multitas simbólicas. En febrero de 2025, la CNMC impuso una multa de 480.000 euros por omitir información relevante en las facturas (fuente), una de esas sanciones que no salen en los anuncios, pero sí en los resúmenes de prensa económica. El caso más pintoresco es el de la contratación con una persona fallecida, penalizado con 300.000 euros (fuente). ¿Quién dijo que los muertos no pagan impuestos? En ENDESA, por lo visto, tampoco se libran de las sorpresas.
FACUA-Consumidores en Acción no se queda atrás, y su último golpe de efecto es la denuncia por el famoso “abono por calidad individual”, ese concepto misterioso que aparece en las facturas como si fuera la rúbrica de un mago invisible (fuente).
“El arte de la confusión tiene tarifa propia en el recibo de la luz.”
La factura, ese jeroglífico contemporáneo
Nunca un papel (o PDF) causó tanto desconcierto como la factura de ENDESA. Hay quien dice que entenderla exige un máster en traducción simultánea. Los conceptos se multiplican, los importes bailan, y el “abono por calidad individual” es solo la guinda de un pastel de conceptos difusos. Un juego de espejos donde la transparencia se refleja, pero nunca se alcanza del todo (fuente).
¿Y el QR para comparar ofertas? Exigido por la CNMC, ignorado por ENDESA. Dicen que la tecnología nos facilita la vida, pero aquí más bien se utiliza para enredar al cliente en una telaraña de términos opacos y accesos limitados (fuente).
En este tablero, la confusión no es casualidad. Es estrategia. La claridad no vende, el misterio sí.
Derechos del consumidor, el último muro
Pero no todo está perdido. Cuando crees que estás solo ante el peligro, aparecen las herramientas de defensa, aunque a veces su eficacia dependa de la buena voluntad de quienes deben hacerlas cumplir. La famosa Lista Robinson suena a refugio seguro contra las llamadas no deseadas, pero si la empresa decide ignorarla, se convierte en papel mojado (fuente).
¿Reclamar? Sí, puedes, y hasta tienes instrucciones detalladas (fuente), pero prepárate para una gincana de formularios, llamadas, y, a veces, silencios eternos.
Como se explica en esta entrevista, a veces la mejor defensa es la perseverancia del cliente indignado (fuente). La CNMC, la OCU, FACUA y hasta los juzgados son los últimos bastiones en una guerra de desgaste que nunca parece acabar del todo.
“Quien calla, paga. Quien grita, espera. Quien reclama, a veces, gana.”
“El que algo quiere, algo le cuesta… sobre todo si se trata de electricidad.”
Ecos de futuro, nostalgia de justicia
Lo realmente inquietante de la historia de ENDESA no es solo el volumen de quejas, ni la acumulación de sanciones. Es la sospecha, cada vez más extendida, de que el maltrato al cliente está integrado en el propio modelo de negocio. Maximizar el beneficio, minimizar la transparencia y, si hace falta, asumir alguna multa.
En los últimos tiempos, el mercado ha empezado a devolver la jugada: la pérdida de medio millón de clientes en un solo año es el síntoma de una paciencia que se agota (fuente). Los consumidores, al final, han encontrado una venganza silenciosa: la fuga masiva, el cambio de proveedor, la búsqueda de un trato más humano, aunque sea en otra jungla.
“¿Estamos ante el principio del fin de la impunidad eléctrica?”
La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa. (Proverbio tradicional)
“En la factura, como en la vida, todo lo que no se entiende suele salir caro.”
Y así, mientras la gran eléctrica se reinventa a golpe de nota de prensa y promesas de renovación, los consumidores miran con escepticismo el futuro. ¿Habrá un tiempo en que la factura sea clara, la llamada puntual y el trato honesto? ¿O estamos condenados a repetir la historia, solo que con nuevas excusas y viejos trucos?
Por ahora, lo único seguro es que la relación entre ENDESA y sus clientes seguirá siendo un tira y afloja eterno, una tragicomedia nacional escrita a base de reclamaciones, multas, y facturas que nunca llegan… hasta que llegan todas juntas. ¿Quién será el próximo en descifrar el enigma eléctrico? ¿Y tú, cuánto tiempo resistirás antes de buscar otra salida?