«Yo era basura y ahora hacen cola para entrevistarme… Qué raro es el mundo», dice Romano van der Dussen, el holandés encarcelado por una violación que no cometió.
Romano salió de la cárcel de Palma el pasado febrero, después de que el Tribunal Supremo anulara una de las tres sentencias porque el ADN no era el suyo. En unos días vivirá sus primeras navidades en Holanda, junto a su familia y su padre. «Los funcionarios lloraban porque sabían que yo era inocente».